Claudio se entregó al sueño, mientras dormía sentía como las paredes de su cuarto avanzaban lenta, pero decididamente, hacia él. El temor crecía, pero no lograba despertarse como para detener el embrujo. Empezó a sentir opresión sobre los músculos, las paredes lo apretaban.
El dolor comenzó a crecer hasta volverse insoportable, pero ni así lograba despertarse, ya tenía a las paredes oprimiéndole severamente el cuerpo, y de repente, comenzó a sentir que el cuarto variaba de posición, percibía la oscuridad y como la cama había quedado en una posición transversal. Grandes globos, empezaron a ser sentidos dentro de su boca, era como que la lengua hubiera cobrado la capacidad de hincharse al punto de volverse un globo incómodo y exasperante. Quiso gritar, para pedir ayuda, pero como seguía dentro del sueño, el grito no lograba ser audible, cruzar la barrera de lo onírico, y llegar al mundo donde las pesadillas pueden ser aniquiladas.
Era extraño, a pesar de estar dormido, de alguna manera sentía como que estuviera despierto, las sensaciones eran muy vívidas, y comenzó a creer que como había logrado, en el territorio de la conciencia, controlar al parásito, éste había resuelto operar desde el sueño, donde lógicamente lo encontraría más inerme para defenderse. También supuso, casi con terror, que ya no despertaría, es más, que no estaba dormido, sino en un estadio previo a la muerte, donde el sueño y la realidad se confundían.
De pronto abrió los ojos, el dolor en sus músculos persistía, pero vio que las paredes estaban en el lugar correcto, y el cuarto estaba en la posición original, respiró aliviado.
-no estoy muerto, se dijo.
Entonces, se levantó, fue hasta el baño, se bañó, se vistió, y se dispuso a ir a trabajar.
de AURORA BOREAL/SILVIA M CORONEL
No hay comentarios:
Publicar un comentario