El parásito de Pablo se potencia con el ruido, con las facturas sin pagar, con los gritos de los que sufren, con el avance de las agujas del reloj, con la lluvia,( peor si hay truenos, porque ahí es lluvia más ruido), con los insultos, con la impotencia, con el frío, con el egoísmo, con el autoritarismo, y aunque parezca algo raro, con el amor. Hay algunos amores que hasta llegan a tomar forma de parásitos y simbiotizarse con ellos.
El asunto es que Pablo, no estaba enamorado, así que no creía estar poseído por un parásito de esa naturaleza, eso sí, su apartamento daba hacia una calle muy ruidosa, lo que seguramente alimentaba a su huésped, además tenía algunas deudas, y vivía preocupado porque el tiempo no le alcanzaba para nada. De todo eso se podía estar nutriendo su habitante,pensó.
Fue entonces cuando a Claudio se le ocurrió la brillante idea de ir eliminando las cosas que daban de comer a su inquilino.
Primero, no sin dolor, y un dejo de angustia, tiró el reloj por la ventana, hoy había decidido quedarse en casa y no ir a trabajar, y si su jefe se enojaba, paciencia, no iría igual, quería probar si su experimento daba algún resultado positivo. Y así fue, al poco rato fue recobrando algo de sus fuerzas, y hasta le dio un poco de hambre…fue hasta la heladera y comió algo de tomate, que fue lo que encontró.
Como no iba a ir a trabajar, decidió hacerse una siesta. Mientras dormía tuvo un sueño extraño, soñó que estaba en un bosque solo, rodeado de fieras salvajes, y él con un solo chasquido de los dedos las hacía desaparecer. Se despertó todo transpirado, asustado, más bien extrañado. Chasqueó sus dedos como en el sueño, pero el único resultado que obtuvo fue un fuerte dolor, provocado por la pesadilla de parásito que lo poseía.
Se acostó, esta vez boca abajo, y lloró…
AURORA BOREAL/SILVIA M CORONEL
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