a veces vuelo tan de prisa, que olvido los edificios
y termino en el suelo con el corazón herido
a veces mi alma cree que basta con sus colores
para pintar un cielo con mariposas que vuelan
pero las mariposas salen y viajan a dónde quieren
y les pierdo el rastro y mando palomas mensajeras
que me traen en sus picos cartas que me son ajenas
a veces mi corazón tan grande se olvida que el mundo duele
que hay piratas de ilusiones y caballos salvajes que pisotean las siembras
y me quedo perpleja mirando el blanco color, de mi no perdida inocencia
que se niega a marcharse, que se me ha quedado impresa
y se posa en los edificios y canta en las ventanas, y dibuja sus certezas
a veces, en el centro de la tarde recojo mis lágrimas secretas
y las guardo en cajitas para que nazcan magos
pero nacen ogros alados que devoran mi cosecha
y me quedo mirándolos como ríen, mientras comen hasta mi último grano
a veces me voy de aquí, y paseo por otros lados
mi alma de niña buena, se va a parques con hamacas
y juego con otros niños a la atrapada
pero los demonios me huelen y me regresan a casa
me traen atada de pies y manos, y he de volver cabizbaja
porque aunque no lo sepa, he crecido, y ya es hora
de que cuando salga de vuelo me fije por donde voy
y vuele más lento, y con los ojos abiertos
porque los edificios existen
y pueden dejarme coja
o romperme las alas
con las que creo mis mariposas.
silvia martínesz coronel
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