Anoche mi llanto era más que agua
aún siento un temblor que me delata
que me deja virgen en la madrugada
aún mis ojos duelen, y hay un navío que no ha vuelto a casa
que ha perdido los remos y lo veo lejos
más allá de donde mis ojos lo alcanzan
no me digan nada!
tengo el alma en cabestrillo, y lo que sea me lleva a lágrima
déjenme con este dolor a mundo muerto, a río sin peces, a cielo sin pájaros
sólo quiero descansar sobre la arena de una playa a la que no le nazcan puñales
sólo quiero que el cielo se abra y me trague
que el mar se deslice hasta mi cuerpo y lo lave de tanto amor sin caretas
anoche inundé mi cuarto y aún veo pasar los peces muertos
penetran por mis oídos y los dejo
se esconden entre mis manos y los dejo
se posan en mis hombros y los dejo
no entiendo este circular incesante de utopías
cosas que deberían ser cotidianas, palpadas con las manos
y sin embargo son metas de dolor, de vida hueca, de hueso roído abandonado en una esquina
porque cuando quiero quiero, y quiero tanto siempre a todos!
que este amor que llevo más que una bendición es un parásito de diez mil lobos
pero no quiero volverme ajena, quiero tocar la piedra y que me hable
quiero mirar al alba y me reconozca
quiero ser yo todas las horas
y aunque hoy esté inundada dentro del cáliz de mi sangre
sé que mi sangre derramada fecundará y seré gaviota que vuela sin sombras
sobre mi desesperanza.
de Silvia Martínez Coronel.
por Silvia Martímez Coronel.
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