Tengo la certeza de que no me he muerto
cabalgué sobre lunas oscuras, incompletas, sin verbo
pero me nacieron palabras y universos enteros
tuve cuchillo por moña y túnica de silencios huérfanos
pero aún la tiza expande mis letras por pizarrones y cuadernos
la caricia cantó su tango de arrabal sin dueño
y encontré el frasco sin una gota de medicina contra conjuros siniestros
callé mi grito y ensordecí al duende que afanoso construía dentro
golpeó mi sangre, pateó mis huesos, rompió flores en mi huerto
y no dije nada, sólo hamaqué palabras sin sentido
e inflé globos con helio
Una noche helada
me tendí en mi ataúd, convencida de que había muerto
los enanos no pudieron salvarme
eran demasiado pequeños
no pensé en príncipes, ni en sapos, me fundí con el inaudible reflejo
dormí mi sueño de mil años
hasta que me despertó el grito de mi duende, ya casi tieso
le entregué mi oxidada égida, mi agua y le devolví mis sueños
y fue cuando me dijo al oído:
tengo la certeza, de que no te has muerto.
Silvia martínez coronel
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