Parto en el agua-2014-

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jueves, 11 de agosto de 2011

ENSAYO sobre“ENSAYO SOBRE LA CEGUERA",de J.SARAMAGO,por la prof.Silvia Martínez Coronel.



  • Desde tiempos inmemoriales la luz ha sido vinculada con la divinidad, y por ende con el poder, la creación, cuando no con la bondad o la inteligencia. A modo de ejemplo: Apolo es dios solar, también dios de la poesía( de poiesis: creación). Amón Rá dios de dioses es también dios del sol. Sin olvidar lo insoslayable, nuestro dios judeo cristiano dónde todas sus virtudes y poderes son simbolizadas por la luz. En “Ensayo sobre la ceguera” la luz es relacionada sorprendentemente con la ceguera(es una ceguera blanca), indicio de que ésta no es tan mala y que sin duda llevará a buen puerto, el cuál deberá ser creado, como es lógico, por intermedio de una mujer. “la mujer del médico”, simbolización del lado femenino creador de un dios que es la suma, la combinación de ambos. Los dos se complementarán para hacer posible la resurrección, la nueva tierra. El médico(los chamanes eran “médicos” con inspiración divina, la relación médico-dios queda fácilmente explicitada en el sinónimo cura para llamar al sacerdote) como contracara complemento de su mujer no podrá “ curar” él solo. No es el lado masculino el que puede ser revelador de la buena nueva, sino el femenino. Por lo tanto es lógico que sea la mujer de un oftalmólogo la que posibilite la “vuelta a la luz” de unos ojos más simbólicos que físicos. Nadie más apropiado que un oculista para curar los ojos, pero no será directamente él quién lo haga, sino a través y gracias a su mujer, su contraparte, por eso mismo no es nombrada con ninguna nominación que la diferencie de él, sino como parte de él, la parte femenina de todo dios completo, mujer fálica, prueba de la necesidad de la tierra más el agua, ambas simbolización de lo femenino, para que la semilla más el sol(simbolización de la masculino) puedan hacer posible la planta. Sola la tierra por su lado, sola la semilla por el suyo no llegarían nunca a producir el fruto. “la mujer del médico” no podría hacer nada si no fuera lo que es: una cara de la otra cara, la parte femenina del principio creador. Es ella la que puede llevar a cabo, pero no es sólo ella, y no podría haberlo hecho si no fuera como su mujer, o sea como parte de él, ella será la encargada de realizar en los hechos su poder. Hará florecer su semilla, la cuál no puede florecer sin ella. Ella “curará los ojos de los invidentes” porque como parte de él sabe lo que él sabe, pero como mujer, puede gestar y parir lo que él como hombre no puede.
    Esta historia muestra la necesidad que tenemos los seres humanos los unos de los otros. La necesidad de la oscuridad, para el surgimiento de la luz, la necesidad del mal para la aparición del bien, de la violencia para el nacimiento de la paz, de la locura para la aparición de la cordura, del rencor, para el florecimiento del amor, de la muerte, para el surgimiento de la vida, de la mujer más el hombre, para la realización de la humanidad. 
    Y el fuego siempre presente, como símbolo de pasaje de una realidad a otra. En el manicomio fue el fuego quién terminó con el imperio de “los malvados”, significó el pasaje a otra etapa, más allá de las puertas del manicomio, traspasado el umbral de la infancia dónde papá, gobierno, dios, nos confinó a la obediencia “ciega”,entiéndase, sin discusión. En el afuera, ya libres comienza otra etapa de pruebas. El fin de la misma, estará marcada por otro fuego, el del sótano del supermercado vacío(el dios del consumo de la era postmoderna es claro que tampoco salva. Iglesia devenida en supermercado, no puede sino llevar a la muerte de la gente “ciega”, torpe, que no lo vio y termina simbólicamente muerta, atrapada, más allá de la salida, quemándose en el sótano, presa del propio infierno que construyó, irónicamente para que la salvara. Porque no es distrayéndonos con el consumo, nuevo dios, como lograremos la satisfacción tan deseada. Esa comida a la que se llega casi sin esfuerzo del supermercado de la novela, simboliza la infantilidad de los personajes, ya en edad adulta, y por ende son castigados para demostrar que tampoco éste es el camino. Mueren como los niños que son, de la mano y danzando, a merced del fuego.). Como la mujer del médico percibe lo que los otros no, semejante revelación la desvanece. Caída que simbolizará, sumada al fuego, el pasaje a una nueva etapa de entendimiento, de madurez, lo qué la llevó a la Iglesia donde todos los"ciegos"rogaban por la "cura"milagrosa, misericordiosa del "poder divino", lugar dónde "la que ve", o sea la que confía en su propio poder, portadora de inteligencia, indepencencia, valor, bondad...recibe la revelación que hace posible la inversión del mal, dónde descubre que dios no tiene poder sin nosotros,que sin creación, él no es menos “ciego” que nosotros, desaparece como creador, como un actor que debe retirarse por ausencia de público, que es algo más que espectador, es el que da sentido a su oficio de actor, es quién lo "crea" Actor que pierde su poder, al no tener a nadie que se lo dé... 
    En el mundo moderno el único dios que puede salvarnos es aquél que provenga de dentro de nosotros mismos. Es esta revelación, esta iluminación, la que les devuelve “la luz”, la visión. Como corresponde es “la mujer del médico” la portadora del mensaje, y como es lógico, una vez comprendido el mismo hará que la gente huya despavorida, muerta de miedo ante el abismo de nosotros mismos: “-...todas las imágenes de la Iglesia tienen los ojos vendados...”,reveló la mujer del médico. Luego viene la respuesta de la gente: “-...la idea de que las sagradas imágenes estaban ciegas, de que sus misericordiosas y sufridoras miradas no contemplaban más que su propia ceguera, les resultó súbitamente insoportable...bastó que se oyera un grito...luego el miedo hizo que todos se levantaran, el pánico los empujó hacia la puerta...fuga desesperada...”. Claro: si dios se volvió ciego a causa de nuestra ceguera, no puede salvarnos, nosotros con nuestra ceguera lo volvimos víctima, lo hicimos perder su poder...Cómo?, porque él no existe sin nosotros... nuestra creencia en él es lo que lo crea, le confiere poder,somos nosotros quiénes podríamos recatarlo a él, "viéndolo", depositando en nuestro invento nuestro poder, no haciéndonos cargo de nosotros mismos, o sea en un mundo confiado de su propio poder, dios no tendría lugar alguno. Sólo existe en la medida de nuestras necesidades, sólo es fuerte en directa proporción a nuestras flaquezas. Así lo hemos creado, para que nos sustente. Pero como lo hemos creado nosotros, él no se sustenta sin nosotros. Él no es nada si nosotros somos nada. Dios es ciego, por lo tanto “la luz”, la revelación, la inteligencia, la creación no puede provenir de él, sino de nosotros mismos, los dioses humanos, la mujer del médico. 
    “El fuego” en su doble sentido de portador de inteligencia y de purgador hará posible el surgimiento del ser humano independiente, que pueda hacerse cargo de sí mismo, que no necesite de la creación de dioses para su sustentación. Como no podía ser de otra manera, como sucedió tras la matanza de las guerras mundiales, el hombre sin dios corre aterrorizado. Pero la novela es optimista imaginando nuevos resultados, quizá plantea la posibilidad de llegar más lejos de lo que avisoró Nietzsche en la concepción de su superhombre. Un hombre que saque el poder de sus propias flaquezas, extraiga la luz de su propia ceguera, y ante el abismo no se refugie en un dios ciego que no salva,(-“La mujer del médico se levantó, se acercó a la ventana. Miró hacia abajo, a la calle cubierta de basura, a las personas que gritaban y cantaban. Luego alzó la cabeza al cielo y lo vio todo blanco. Ahora me toca a mí, pensó.") sino que por lo contrario el alivio del miedo pase por darse cuenta que podemos hacernos cargo de nuestro destino. La calma ya no provendrá de un mirar hacia arriba, sino de un enfrentar el aquí abajo: “ Ahora me toca a mí, pensó. El miedo súbito le hizo bajar los ojos, la ciudad aún estaba allí”. El nuevo ser humano, el nuevo resto salvado del diluvio, sólo será posible, si logramos superar el miedo a nosotros mismos(ahora me toca a mí quedarme ciega porque el cielo-dios esta blanco-vacío de respuestas) que nos ciega(lo dijo Marx: “la religión es el opio de los pueblos”) y nos imposibilita el ver que somos capaces de crear nuestro propio paraíso(ahora me toca a mí, ahora puedo yo, liberada de mi infantil dependencia crearme a mí misma). Para infierno ya hemos tenido suficiente sin incluso tener que morirnos, y habiendo provocado muchas muertes. ¿Habremos aprendido algo después de tanta ceguera?. Ceguera por muchas cosas blanca, luminosa también para hacernos conscientes de que el exceso de luz(fanatismo), obnubila, como a los sapos en las carreteras las luces de los autos, y así terminan, bajo ellos. Tanto esperar a que las respuestas vengan de arriba, de dios, de su “luz”, de la compra compulsiva, ¿no será lo que nos enceguece día a día?, ¿No es acaso ceguera no hacernos cargo de nosotros mismos?.¿ No deberíamos intentar crear respuestas acá, así sean medias respuestas, y más allá de la evasión aturdidora, también enceguecida de los Shoppings?. ¿ No será esto último mejor que esperar las del "más allá",que hasta podrían ser enteras, pero, por lo por lo visto no llegan!?, y esa espera pasiva, no mejora el acá... ¿No será este proceder una forma de estar ciegos?. Ojos ebrios de la luz del más allá, o de los ídolos de barro del más acá, incapaces de hacerse cargo de crear formas más lúcidas, más humanas de estar satisfechos, sobre la tierra. El agua purificadora y nutridora, ( símbolo de pasaje como la del primer diluvio), con que “las tres gracias” inducidas por la “mujer del médico” lavaban la suciedades humanas, ¿nos habrá lavado lo suficiente para hacernos cargo del mensaje? Sólo los lectores podrán dar la respuesta.
    Varios indicios en la historia muestran al ser humano como la encarnación del nuevo dios. No ya aquél tan poco humano de “perdónalos, porque no saben lo que hacen” y que además iba a resucitar al tercer día, sino un ser humano real, que no viene a salvarnos por mandato divino alguno, sino que viene a decirnos que los únicos dioses o demonios de nuestro destino somos nosotros mismos. El ser humano nuevo, nuevo dios de si mismo es condensado simbólicamente en “la mujer del médico”. Indicio del poder “divino” del cuál puede ser portador el ser humano son sus múltiples asociaciones con lo divinal: unión de lo masculino con lo femenino, poder creador, prolongación de un médico, ( de un ser que cura, cura también del mundo moderno), guía, la que ve en un mundo de ciegos, la que tiene las respuestas que los otros no tienen, la que puede triunfar sobre el mal, eliminando al enemigo que vive dentro de nosotros mismos, y que no somos capaces de ver,(mora bajo nuestro propio techo, y tiene la pistola, el poder, que nosotros le hemos permitido que tenga). La que trae el “alimento”(lo que nutre también espiritualmente, lo que sustenta, como el pan de cristo. En el “Popol Vuh”, los dioses abuelos eran llamados, los nutridores, los sustentadores.) de un sótano, dios moderno, dios psicólogo que posibilita el pasaje de la oscuridad del sótano del inconsciente a la luz de la conciencia, y que es capaz de hacernos entender que sin enfrentar a los demonios del miedo que atacan en la oscuridad del sótano del inconsciente, sin enfrentar lo que realmente somos no obtendremos “el alimento” no sólo del cuerpo, sino también del “alma”. Dios que más o menos como el antiguo nos enseña que sólo reconsiderando nuestros pecados podremos salir del sótano: “Infierno” –Purgatorio y llegar, ganarnos el Paraíso ya no en el “cielo”, luego de muertos, sino en la superficie, porque esta vez éste sería en la tierra, para los vivos. Dios que multiplica los panes y los peces del entendimiento y la sensibilidad, portadora del mensaje, portadora del pan, posibilitadora de la nueva eucaristía, sólo que por fin esta sería con nosotros mismos. Guía de nuevos apóstoles, dónde no faltarán los pedros y los judas. Como tampoco faltará María Magdalena, doble necesario que alimente su misericordia y le devuelva en cambio su perdida integridad. La mujer de los lentes negros, que como es lógico, su marido irá a buscar bajo las sábanas(la actualidad está empeñada y no en vano en humanizar a Jesús, haciendo difundir estas habladurías, “Código Da Vinci”, mediante). Nuevo dios humano que hará crecer, hará entender, y como no puede ser de otra manera eso se quedará demostrado con el pasaje de su luz del conocimiento a otro(Prometeo entrega el fuego-poder para hacer independiente a los hombres de los dioses). Ésta será la mujer que ella rescatara de la humillación de la violación y gracias a esto pudo convertirse en maduro apóstol. Apropiada ya del fuego revelador, purificador, poderoso y sacrificándose por todos “incendiará”: destruirá para construir, limpiará, sin haberlo comunicado a nadie. Ya dueña de su destino, despegada de su “Adónde tú vayas, yo iré” tan propio de los apóstoles de Cristo. Ella será la que cumpla ese papel, este apóstol devenido en cristo redentor, posibilitará nuevamente aquella doble lectura de las palabras de Jesús en su última cena: “Esta es mi sangre, la que por vosotros será derramada.”(ustedes me matarán, o sea derramarán mi sangre, versus, yo me entregaré, derramaré mi sangre, me sacrificaré por ustedes).
    Nueva Biblia, nuevo dios, propuestos por Saramago, brillante filósofo devenido en escritor, guía de los siempre ciegos, héroes trágicos de la nueva era sin Moira y sin dios, a no ser el que surja de las profundas y riquísimas tinieblas luminosas, oxímoron, paradoja, quizá menos terrible y potencialmente más fermental, del ser humano.


    Silvia Martínez Coronel. Prof. de Literatura
    en Secundaria y Formación docente
    Crítica Literaria.
    Trabajo expuesto en Congresos.
  • Asociación de profesores de Literatura(A.P.L.U)Montevideo, con autoría registrada.

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