La primera vez que sentí la presencia de un zoe, ya era una mujer adulta, pero ese reconocimiento me hizo sentir que llevaban varios años dentro de mí, elaborando a las muchas mujeres que me habitaban.
De repente me vi siendo otra, y otra, y otra…mi cara cambiaba, mi figura, mis intereses, pero todas eran Yo.
Al principio les temía, ellos llegaban y ya no podía reconocerme en el espejo, hasta que dejé de temerles, y cobré por ellos admiración,entraban en mí, y me enriquecían, me poblaban de nuevas experiencias, nuevas visiones del mundo, iban matando mis prejuicios, hasta que no me quedó ni uno, al punto que hoy sólo soy capaz de establecer un juicio, sólo, y después de haber experimentado algo…qué loco, no?, haberse quedado fuera del círculo del boliche, donde se va a hablar no de lo que te pasa, sino a opinar de lo que nunca te ha pasado, y morirías porque te hubiera sucedido…y bueno, son los precios que cobran los zoes, te vuelven auténtico, así tengas múltiples identidades, puedas andar sobre la tierra, ser racional, ser madre, pero también poeta, puedas volar, y amar y sentir la plenitud hasta un punto que el alma comienza a dolerte.
Estoy segura que yo no soy la única que los he percibido viajando dentro de mí, hasta aceptarles, y hasta tomarles cariño…son buenos…no hay que temerles.
Si por esas cosas sienten unos golpecitos minúsculos llamando a las puertas de sus vidas, corran a abrirles…seguro son ellos!...permítanles la entrada!, les aseguro que les cambiarán la vida!
de AURORA BOREAL ( SILVIA M CORONEL)
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