Claudio volvió la cabeza para mirar la mujer…ella también lo miró…la tensión se percibía entre ellos…la mujer se levantó, Claudio volvió a mirar sus zapatos…los nervios lo carcomían, pero a su vez lo paralizaban…de repente sintió el tocar de su cabeza por la mujer…y recién captó los otros anuncios del destino…no quedaba otra, sabía que el Destino era poderoso, y tenía todas las claves, se volvió.
Ella le sonrió, él sólo se centró en sus hermosos dientes…ella le invitó a un café…él accedió sin darse cuenta, como que las palabras se hubieran escapado de su boca, sin su permiso…se levantó decidido, y simplemente la siguió, una fuerza interior, superior le hizo seguirla.
Fueron a un café, por más que quiso luego, no pudo recordar de qué hablaron…sólo recordaba el ring de la cama, el sonido en el baile de los cuerpos, y que el parásito no lo molestó, como si algo lo hubiera dormido…
Al otro día fue al trabajo con una sonrisa…una sonrisa que nada tenía que ver con el trabajo. Trabajó sin percibir que lo hacía…hipnotizado por el amor que lo hacía sentir que volaba…ahí comprendió la otra señal del Destino: el vuelo, el que provoca el amor…la creación infinita del universo…la cura a todos los males…lo único que puede matar todos los parásitos, las serpientes enroscadas que largan su veneno y envilecen el mundo.
Sonrió, al principio sólo le salió una mueca…hacía tanto que no sonreía…que había perdido el ejercicio, la segunda vez le salió mejor…si bien no era exactamente una sonrisa, se le parecía…la tercera vez fue una revelación: la sonrisa se abrió amplia, limpia…eterna…
Máximo la volvió a ver al día siguiente, y el día siguiente a éste, el ritual de la cama se repetía, pero también la magia del vuelo.
Entonces supo algo fantástico: EL PARÁSITO NO HABÍA SIDO UNA MALA EXPERIENCIA. Aquél dolor, le había llevado a este amor. Nada era en vano en la vida. Cuando el cuerpo duele, es porque algo debe ser curado…es un anuncio del sistema nervioso, de que algo anda mal…él descubrió el remedio: el amor, el amor, el amor.
El único remedio para todo: EL AMOR.
de AURORA BOREAL/SILVIA M CORONEL.
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